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Nochebuena de karaoke y nostalgia
Sofia Coppola dirige un telefilme impregnado por su espíritu cinematográfico cuyo máximo valor es la glorificación del mito de Bill Murray.
España no es ajena a la tradición navideña de un programa especial protagonizado por Raphael, que durante los últimos años encuentra un lugar de privilegio en la programación destacada en Nochebuena. Durante el show, el cantante jiennense, acompañado de algunas famosas voces destacadas, recorre el repertorio de villancicos y canciones relacionadas con estas fechas. Pues bien, algo parecido, con otro tipo de empaque y relumbrón, parece encauzar este pequeño filme llamado ‘A Very Murray Christmas’.
Parece ilógico recurrir al símil, sin embargo, Sofia Coppola opta en este producto navideño para Netflix por una línea similar a algo que viene siendo ancestral en los shows de Navidad que en Estados Unidos tuvo a Bob Hope y Bing Crosby sus efigies navideñas por excelencias. La idea era sencilla: rodear a la celebridad de la canción de turno de amigos y estrellas imposibles junto a un piano y cantar villancicos como si de un karaoke se tratara. Y ése es el precepto que sigue un telefilme que no va más allá del ensalzamiento estelar de Bill Murray a través de una identificación del personaje/mito que representa, con su icónico rostro de cómico hastiado que recuerda, en esta faceta musical, a Nick “The Lounge Singer”, aquel rol desquiciado que interpretó en sus inicios dentro del ‘Saturday Night Live’.
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Es imposible no acordarse de Bob Harris, el personaje al que dio vida Murray en ‘Lost in Translation’ a las órdenes de la hija de Francis, sublimando esa apatía cómica de un hombre solitario atrapado en un hotel bajo un existencialismo que aquí encuentra respuestas vitales a través de canciones navideñas. La historia se resume en la desesperación de Murray, atrapado en el Carlyle Hotel en el que iba a celebrar un ‘show navideño’ de vacaciones al cual no pueden asistir sus invitados por una fuerte tormenta de nieve que ha azotado Nueva York. Con ello, Murray despliega esa faceta de cómico melancólico, aquí con obligación de manifestarse en pantalla con ese aire de ‘Scrooged’ que responde a unos códigos de exigencia por parte del mitómano y del espectador y en el que el actor parece sentirse tan cómodo.
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Más que una película, se trata de una reunión de amigos de Coppola y de Murray que se sacan un musical de la manga en un ambiente apagado representativo del Bemelmans Bar, en el que Amy Poehler y Julie White interpretan a dos persuasivas productoras, donde emerge y desaparece fugazmente Chris Rock, Jenny Lewis y Maya Rudolph exponen sus indudables dotes musicales y Rashida Jones y Jason Schwartzman tienen los únicos personajes perfilados y con trama de una pareja recién casada que se reconcilian al son de ‘I Saw the Light’, de Todd Rundgre para acabar cantando todos juntos ‘Fairytale of New York’, de The Pogues, que supone lo mejor de esta pequeña pieza para la televisión de moda.
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El resultado es un artefacto de idolatría mucho más autocomplaciente que genuino, más impostado que improvisado, donde es innegable el buen rollo que pretende transmitir un puñado de canciones y villancicos con Paul Shaffer al piano y que mantiene cierta brillantez de carácter ‘snob’ (como todo el espíritu creativo que empapa la filmografía de la cineasta) hasta desplegar su encanto a ese final en el que George Clooney y Miley Cyrus explotan su vena cómica y musical. ‘A Very Murray Christmas’ es un encantador telefilme que se beneficia de su duración que no alcanza la hora y cuya eficacia se diluye en un patrón desigual e intencionalmente benévolo que mantiene su empuje íntegramente en la figura de un Bill Murray que identifica la Navidad como ningún otro actor en el mundo.