
Hoy, día 19 de noviembre se conmemora de forma internacional el Día Mundial del Inodoro. Se trata de una iniciativa creada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para concienciar al mundo sobre la importancia del acceso a servicios básicos de saneamiento. Una celebración que, más allá de su sentido escatológico, promulga la divulgación de datos sobre la sensibilización de un tema bastante significativo y alarmante.
Y es que mientras la gran mayoría de la civilización de la población mundial tiene acceso a las ventajas de la tecnología y basa su bienestar en los adelantos como las redes sociales y los teléfonos móviles otro un tercio de la humanidad, en torno a 2,5 millones de personas, ni siquiera tiene acceso a un saneamiento adecuado. Por eso, hoy cuando visitemos al Sr. Roca, el retrete, el wáter, el escusado, el mingitorio, el cagadero, el asiento de marfil, la poceta, el Trono… como queráis llamarlo, tengamos en cuenta que 1,1 millones de personas todavía hacen sus necesidades al aire libre sin otra opción más higiénica.
Por eso cuando fabriquemos un muñeco de barro, hagamos un Phoskito, liberemos a Willy, calculemos el Producto Interior Bruto, soltemos lastre, descomprimamos archivos, echemos Avecrem al caldo, cisquemos o Sauron nos pida paso no olvidemos pensar, por unos instantes, en que existe gente menos privilegiada y castigada por la pobreza que ni siquiera se puede permitir ese lujo.